)
Las delicias
de Messi o
las filigranas de Neymar.
Hay que
proteger al talentoso, pregonaban, pero hoy
podemos decir que la panacea
se ha convertido
en la enfermedad. El fútbol
está raptado, lo malo
es que no
han pedido rescate
por él.
Acabo de
terminar de ver
la exhibición barcelonista
ante el Manchester
City, y todavía me
pregunto si esos
22 jugadores que
estaban en el
campo tenían el
corazón suficiente para
transmitir algo. Nada de
nada, solo cortesías mutuas
y no el
apetito voraz que
deberían tener todos
aquellos que desean
ganar. Aburguesados, me
parecía ver un
puñado de magnates
jugando al Polo
y no al
fútbol.
Donde quedaron
esas luchas donde
se dejaba hasta
la sangre en
los campos de
juego. Dónde están esos
gladiadores que fueron
los creadores de
la garra Charrúa,
de la furia
española o del
catenaccio italiano. Adonde quedaron
los Tito Goncalvez
u Obdulio Varela. Dónde están
esos Maradonas insultando
y defendiendo su
himno. Hoy ni siquiera
lo cantan. Dónde están
esos Gentile o
esos Berti Vogts. Porqué díganme, nos
han dejado esos
cortesanos que hoy
fungen de defensas.
Dónde ha
quedado el fútbol parejo, limpio, pero fuerte, de
contacto, pero leal. Dónde están
las tretas, porque las
había, y hoy pierden y
es como si
hubieran asistido a un banquete
y están todos
satisfechos. Dónde quedaron esas
batallas como las
de Belgrado (1977), o esas
hazañas como las
del Maracanazo. Porque ojo, las
leyendas se construyen
en las guerras
y no en
las cenas de
gala.
Está no
es una apología
a la violencia. Es solamente
una añoranza de
quien observó partidos
con dos conjuntos
que anhelaban
ganar y no con un
grupo de caballeros
que intentan no
rozarse. Por último, debo decir
que ya me he resignado
a que el
Fair Play haya
ganado la batalla, sí, lo hizo, pero
entre sus ansías
de limpiar termino
por eliminar lo
que tanto agradaba
de este juego
y es la
propia contienda. Los ingleses
crearon el fútbol, los
brasileños lo jugaron,
y tal parece
que nosotros lo
estamos matando.
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