La
emoción se vivía, como siempre, por todos los sectores del país. La alegría contagiaba
y la emoción era algo imposible de evitar. A veces un pueblo espera lo mejor de
su selección no mediando ningún tipo de pesimismo ni verdad, solamente
aguardando que al fin esa luz de esperanza nos alcance y nos permita llegar a
un Mundial.
El
sueño está intacto, como una fidelidad extrema que cada día hace pensar que aún
existen posibilidades. La realidad demanda un país sin trabajo en menores, con
resultados esporádicos y con algunas pequeñas perlas que alcanzan el viejo mundo,
pero que no olvidan sus añejas costumbres. Que jugador tenemos decía el
conocido narrador, efectivamente, que jugador es Jefferson Farfán el único que
puede amanecerse con su amada, ser condenado, y finalmente, ser absuelto porque
anotó contra nuestros acérrimos rivales. Un torneo local mezquino y una
Federación que buscaba un técnico impagable. Todo se confabula para hacer de
este sueño una introducción a la pesadilla.
De
qué sirve tener a un Paolo Guerrero que más resalte por su romance con Alondra
que por su presente futbolístico. No lo hace mal en Brasil, pero de nuevo
vuelve a imperar la idiosincrasia de la sociedad peruana. Acaso no es cierto
que siempre tengamos esa desfachatez de postularnos a una clasificación a pesar
de que somos junto a Bolivia la peor selección sudamericana. No hay que
engañarnos a nosotros mismos. Chile se mostró superior a Perú porque es,
precisamente, superior a nosotros. No
podemos ni siquiera rasgarnos las vestiduras, la verdad es que poseemos buenos
elementos, pero es insuficiente para tentar una clasificación. Eso lo sabe Gareca,
Burga, Pizarro y hasta el más intransigente de los hinchas, sin embargo, esta
verdad se tiene que negar siempre porque si no se malogra todo el negocio.
Una
cosa es guardar la esperanza y otra muy diferente hacernos tontos nosotros
mismos. Pero ojo que esto tampoco justifica la carencia de educación de nuestros
rivales porque pueden ser mejores en este momento, aunque tampoco pueden
decirse que son los líderes del mundo. Chilenos y peruanos cobijan una vieja
rencilla, no lo sé, yo que poco recuerdo de los actos bélicos solo puedo decir
que si tanto dicen que somos civilizados, alguien puede explicarme porque no
vivimos en paz. Es una lástima, pero al parecer hemos fracasado como seres
humanos.
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