lunes, 30 de enero de 2012

Corregir los errores y mantener la ilusión

La palabra fluida y convincente es hasta ahora su utensilio más equilibrado. Sergio Markarián aun exhibe el mismo discurso de un principio, casi como cuando el advenedizo habla sobre otro terruño que no es el suyo. Siempre condescendiente, siempre cordial.


No creo que la presencia de un buen técnico sea capaz de llevarnos a un Mundial. Recuerdo a ese Miguel Company que solo tenía a Del Solar en el exterior, al yugoslavo Vladimir Popovic y su castellano reprochable, al motivador Fredy Ternero cuyo fracaso lo terminó llevando a la municipalidad de San Martín de Porres, y al versado Julio César Uribe quien entre gallos de media noche dejó la nacional debido al jolgorio.




Malas experiencias que parecen no haber sucedido previo a la llegada del estratega uruguayo, tomando en cuenta los aires positivos que recorren nuestro país cuando se toca el tema de eliminatorias. Es comprensible esta postura en los auspiciadores, como que cuando hay dinero de por medio la objetividad termina transformándose en apoyo incondicional. Es posible acaso olvidarnos de los papelones hechos en Montevideo o Barranquilla, o soslayar la condenable conducta de nuestros dirigentes a nivel de clubes. Acaso podemos pretender asistir a una copa del mundo con equipos en quiebra, con presidentes con dudosa conducta, con jugadores indisciplinados y con una prensa cada vez más preocupada por vender que por informar.

Porqué el perdón a Jefferson Farfán y no a los otros, será porque Markarián sabe que tiene poco y sería tonto dejarlo de lado. Como olvidar la campaña televisiva con la intención de infundir el ánimo en un país que sufre de amnesia y cae en el facilismo. Un tercer lugar en la Copa América nos dice que estamos entre los mejores del continente. ¿Tiene esto asidero? No es verdad también que los únicos países que no tienen partidos amistosos pactados son Perú y Bolivia, por coincidencia los últimos de Sudamérica y los que menores jugadores seleccionables tienen en el extranjero.

Las verdades y la memoria son armas importantes para forjarnos un buen futuro. No debemos obviar nuestros errores, debemos aprender de ellos.

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