viernes, 3 de febrero de 2012

Hernán Crespo y su coincidir con Batistuta



El ocaso no necesariamente es el final sino el inicio del mismo. Enrumbó al balompié indio influido por el dinero a borbotones, el pelo cano y harta experiencia sobre sus hombros. Hace lo que muchos aunque fue distinto a los demás.

“Cristal debió golearnos por lo que expuso en el partido”, declaraba con humildad un Hernán Crespo triunfador y reconocido. Era la Copa Libertadores de 1996 y el River Plate se dirigía a la consecución de su segunda estrella continental.

Eran los tiempos de un “Valdanito” suplente y con todo el favoritismo de cara a las Olimpiadas de Atlanta. Daniel Passarella era el técnico de la albiceleste y junto a Hernán estaba Claudio “El piojo” López, Javier Zanetti y Néstor Sensini. Todo un señor equipo que se rindió ante la Nigeria de Kanu y Amokachi.

Después vino el Mundial de Francia 98 y la primera contienda contra el “Bati”, el obstáculo entre él y la titularidad en la nacional. Lo asimiló con madures, al final era su primer mundial y habrían otros por delante.



Copa Uefa con el Parma, campeonato con la Lazio. Entonces, porque no pensar en su consagración absoluta en Corea – Japón 2002. Inconveniente principal, Marcelo Bielsa gustaba de jugar con un solo delanterocentro y para que Hernán accediera al equipo Batistuta tendría que salir. Nunca juntos, ni cuando Suecia los estaba eliminando. Basta de tanta lucha sin sentido, es como si jamás asistió a un Mundial.

Mientras el Inter de Milan pasaba por su vida sorpresivamente recibió una llamada desde Londres. Era Román Abramovich, chequera en mano, y con un jugoso contrato que lo ligaría al Chelsea. A ese Chelsea que pretendía hacerse grande a golpe de talonario. Milan, Genova y Parma, antes de asombrar al mundo entero y anunciar su posible llegada al inexistente fútbol indio. Siguiendo los pasos de otros gigantes que buscaron el retiro de forma anónima, como lo hicieron en su momento Lineker, Littbarski y hasta Batistuta, huyendo de los flashes y buscando una segunda juventud.


No pudo esconderse, ni tan siquiera esquivarlo. Sufrió con semejante compañero, siendo un perfecto delantero. Es una lástima envejecer, es una pena olvidar.

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