Le robe
2 años a
los setenta, aunque pienso
que soy realmente
de los ochenta. Medito como
un cincuentón y
trato de pensar como
un moribundo. Porque las
copas te llevan
a la muerte
y el fútbol
te puede llevar
a la gloria. Mane
Garrincha vivió como
quiso, pero murió como
nunca lo imaginó.
“Si desean
conocer a un
ídolo vean a Mane”.
Elza Soares.
El diablo
del Mundial, el de
las piernas torcidas
y el costumbrista
que prefería los
curanderos antes que
el quirófano. Y es
que algunos tardan
una vida para
hacerse grandes y
otros solo necesitan
4 años para
tocar el cielo
sin siquiera haber
abandonado el infierno.
Mane era
como cualquiera. Infiel,
analfabeto y alcohólico. Pero el
fútbol lo salvo, al
menos por un
tiempo. Cuenta la historia, y
lo refrendan los
videos, que este
hijo de Pau
Grande fue mejor
que Pelé y
que solo la
fama y una
vida sosegada le
impidieron abordar el
tren que lo
conduciría al éxito
humano. Y en qué
consiste ese éxito, pues
dinero, popularidad, y una vida
personal, aparentemente, feliz.
A Garrincha
lo asesino el
alcohol, sin embargo,
algunos despiadados dicen
que fue un suicidio
que duró casi 5 décadas. Y
es que se
menciona que su
primera copa fue
a los 5
años. Todo un nene
que cambió los
lápices por los
vasos.
Porque Mane
era más que
un jugador, era el
reflejo de una
sociedad que vive
como pocas y
muere como todas. Porque
aquel descuidado ser
humano conquisto el
mundo y a la mujer
de sus sueños. Porque sí, Elza
Soares era un
sueño, pero un sueño
que se metía
en una pesadilla. Hijos por
doquier y fiesta
interminable.
“Yo vivo
la vida, la vida
no me vive
a mí”.
Garrincha.
Amo del
dribling y señor
del verdadero balón
viril. El genio que
ganó dos Copas
del Mundo, el niño
que sufrió de
poliomielitis, el hombre que
murió en su
ley. Yacía en una
vereda, abandonado y con
solo sus hazañas
para borrar una vida que
le llevaba la
contra y que
nunca pudo alinearlo. Mane Garrincha
fue uno de
los mejores, pero principalmente, fue uno
de nosotros.
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