Barbado y
revolucionario. Virtudes y aspectos. Así
era Sócrates. Nada de
convencionalismos y siempre
buscando la igualdad. Puño en alto y el
alcohol como compañera. Allí está
el recuerdo del
gran jugador a
quien todos deseaban
tener como amigo.
“Quien bebe
cotidianamente es un alcohólico.
La bebida ha sido mi
compañera desde joven”.
Sócrates.
Sócrates no
jugaba, patinaba sobre el
césped. Hombre de ideales
que no pudo
hacer que el
Corinthians reine en
Brasil, sin embargo,
consiguió que ese
mismo Brasil se zafe de la dictadura
y vuelva a
vivir en democracia. Eran principios
de los ochenta
y el doctor, ojo
que este no
es un mote, logró
educar a la
tribuna corinthiana y
hacer del fútbol
un arma de
protesta.
La protesta
tuvo sus frutos
y mientras por
un lado era
una lucha cuerpo
a cuerpo, por otro
la consigna era
hacer arte y
nada más que arte. Solo bastaba
un empate para
llegar a las
semifinales, pero como decía Paulo Roberto
Falcao, “La selección no
sabía jugar de
otra manera”. Italia eliminaba
al combinado brasileño
y dejaba al
Mundial 82 sin
la mejor expresión
futbolística del momento.
“No hay
que jugar para
ganar, sino para que
no te olviden”.
Sócrates.
Que irónica
es la vida
y que vueltas
suele dar. Italia, la Italia
que lo había
eliminado ahora era
su nuevo hogar. Florencia es
una ciudad muy
rica culturalmente, aunque sin
ese espíritu fértil que
podía servir para
cobijar las ideas políticas
de
un Sócrates que
sentía el no
estar presente en
esos tiempos en
el que el destino de Brasil
se definía.
Volvió a
la medicina, fue cantante, dirigió sin
éxito y fue una consejero
recurrente en el
gobierno de José
Ignacio Lula Da
Silva. Sufrió una hemorragia digestiva, después una
Cirrosis Hepática, y finalmente, un choque
séptico que derivó
en un fallo
multiorgánico que lo
llevo a la
muerte. Vivió como quiso
e hizo lo
que debía.
“Quiero morir
un domingo y con el
Corinthians campeón”.
Sócrates.
Sueño cumplido
y deber realizado. Murió un el domingo
4 de diciembre
del 2011 y
esa misma tarde
el Corinthians se
coronó campeón del
Brasileirao.
Puño en
alto e igualdad
para todos. Algunos juegan
por dinero y
otros por amor. Sócrates jugo
por la libertad, y
aunque suene extraño, sus
ideales se antepusieron
siempre al balón. Nadie como
el doctor, porque aquel
gigante que hacía
del ballet y
el fútbol uno
solo, hizo del aprender algo
más importante que
el hacer. Sin embargo, se
podría decir que
Sócrates lo hizo
todo.
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