Qué curioso ver
a un capitalista
en la ciudad
del comunismo. Y es
que la antigua
capital soviética hoy
se ha convertido
en la casa
de un millonario
club. Un club
que ya saboreó
la mieles de
éxito y que
pretende, a base de euros,
conquistar el balompié europeo
nuevamente.
No quiero confundirlos, ni muchos
menos que se
molesten en buscar
los orígenes de
esta ciudad. En realidad
me estoy refiriendo
a Sant Petersburgo, la tierra
de Pedro el
Grande, después de Lenin, y
que ahora es el
hogar del famoso
Zenit. Ese Zenit que
se vio manchado
por sus hinchas
la última campaña, y
que hoy, a puertas
cerradas, vuelve a la
cima de la
Premier rusa gracias
a un penal
transformado por el
brasileño Hulk ante
el FC UFA.
Pero el dinero
no trabaja en
los entrenamientos, y pienso
que André Villas
Boas lo sabe
y allí nace
su preocupación. Hay fondos
y también individualidades, sin embargo, cada
vez es más
notorio que el egoísmo
de
Hulk en la
ofensiva contagia a
un conjunto que
se ha reforzado
pensando en la
construcción, pero que suele
depender demasiado de
la verticalidad de
un jugador que
personalmente creo que
está sobrevalorado.
No es que
el internacional brasileño
tenga toda la
culpa, es más, hay que
reconocer que la
llegada de Javi
García, proveniente del Manchester
City, es precisamente para
dotar de criterio
a un mediocampo
donde Anatoliy Tymoshchuk rompe
y nada más. El belga
Axel Witsel trabaja como
un falso interior
derecho porque Aleksandr
Anyukov y sus
subidas no permiten
acompañamiento alguno. Mientras Ezequiel Garay
ha llegado para
darle otra jerarquía
a una zaga
donde el belga Nicolás Lombaerts
sigue inamovible y
el italiano Domenico
Crisicito ha optado
por exagerar algunas
veces en la
jugada individual.
Alexandr Kerzhakov,
el venezolano José Salomón Rondón y el
portugués Danny completan
una delantera que
todavía carece de
ese potencial que
pueda generar temor
en los rivales, y
si esto le
aunamos que Hulk
siempre busca el
perfil para su
remate, nos encontramos ante
un equipo que
tiene que esperar
una situación fortuita
para marcar la
diferencia.
Ajusticiado Luciano
Spalletti y con
los otros grandes
manteniendo el nivel, lo
del Zenit pasa
por aprovechar los
clásicos y no
perder con los
humildes. Las circunstancias aportan
y desmedran, pero para
un proceso basarse
en la fortuna
es caer detenidamente
en la mediocridad. Villas Boas
sobrevive, aunque tal parece
que el salvavidas
está lleno de
arena.
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