Mis recuerdos
me trasladan a otro momento. Tal
vez a la
Euro 92 o
quizá México 86. Sin embargo, esas épocas
de los Laudrup
o de Jesper
Olsen son parte
del pasado, y hoy, solo
nos queda ver
a un conjunto
que lucha para
lograr volver a la elite
del balompié mundial.
Hay que reconocer que
el proceso no
se ha cortado. Sabemos que
tras el Mundial
del 98 Dinamarca
debía afrontar un
recambio generacional, que ha
tardado, es cierto, pero que
por fin expone una
camada digna de
un ex campeón
europeo. Triunfo sufrido ante
su sombra Armenia. Cualquiera diría
que es poco, aunque
también hay que
destacar el progreso
que ha experimentado
el equipo liderado
por Henrij Mkhitaryan, actual estrella
del Borussia Dortmund.
Pero volvamos
a Dinamarca. Una Dinamarca
que ya no
cuenta con el
veterano Thomas Sorensen
para defender el
arco y que
confirma a Kasper Schmeichel del
Leicester City para
esta ubicación. Daniel Agger
dejó el Liverpool
y también la
selección. Batuta tomada por
el central del
Lille Simon Kjaer. Después la
apuesta pasa por
las nuevas estrellas
del equipo dirigido
por Morten Olsen.
Pensaba ver
en la titular
a Jores Okore (Aston Villa), pero recién
pude apreciar al
marfileño en la
segunda mitad. Conocí a
Andreas Bjelland (Twente),
una de
esas joyas que
todavía está jugando
en un humilde. Nicolai Boilesen
(Ajax) corría como un
desaforado por la izquierda, mientras que
por la derecha
un olvidado Peter Ankensen
(Red Bull Salzburg) hace lo que
puede debido a
que Michael Krohn – Dehli (Celta) tiene una
obsesión con el arco contrario. La
contención es obra
de William Kvist
y por la
izquierda Pierre Hojberg (Bayern Munich) debe ir
por dentro para
permitir la subida
de Boilesen. Concluimos con Christian
Eriksen
(Tottenham) para los
asuntos creativos, Lasse Shone (Ajax)
para confundir con
sus diagonales y
desmarques y el
ya eterno Nicklas
Bentdner (Wolfsburg) para
mezclarse entre los
centrales contrarios.
Selección
con
historia, que juega y deja jugar. No está
a la altura
todavía y aunque
sus integrantes ilusionan
por su calidad, sus
dotes colectivos aún
están lejos de
pensar en una
irrupción entre los
mejores de Europa. Morten Olsen sigue,
hasta cuándo, no sé. Armenia fue
un duro escollo
y aunque el
triunfo se saldó
con susto, el crédito
parece intacto para
quien no ha
vuelto a colocar
a la Dinamita roja
en la órbita
del balompié mundial.
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