Celebraciones sí, pero la algarabía es inadmisible. La
Juventus es nuevamente campeón de Italia. Un torneo que como el español, el
portugués y el alemán, se ha convertido en una monotonía que roza el
aburrimiento.
Es cierto que Carlos Tevez está intratable, aunque
también es cierto que el Milan pasa la mayor crisis futbolística de su
historia. Nadie discute de la calidad de Andrea Pirlo, pero bien sabido es que
los años no pasan en vano. Y si a esto le añadimos la irregularidad del Inter y
la falsa alarma de la Roma, estamos ante un campeonato sin apasionamientos y
con un resultado previsible.
El francés Pogba y su generoso aporte, Lichtsteiner y sus
avances decisivos, y que decir de Gianluigi Buffon y su eminente regularidad. Todos
han sido ingredientes importantes para un equipo que tiene al Real Madrid como
su próximo objetivo, y a la Champions league como el sueño, lejano ayer, y tan
cercano hoy.
A pocas horas del choque más importante de su temporada,
los de Massimiliano Allegri saben que la historia los respalda, pero que el
presente puede ser diferente, sobre todo, porque al frente tienen al último
campeón europeo, y además, a un conjunto que se tutea con estos duelos y que no
tiene dudas o no las expresa. La Juve ha trabajado los últimos años y espera
coronar el proceso Conte en algunas horas. La Champions es el objetivo, sin
embargo, tanto ellos, como nosotros debemos reconocer que favoritos no lo son,
y que se puede pasar las semifinales, pero al otro lado te puedes encontrar con
un Barca o un Bayern en plenitud de forma.
Experiencia y juventud. Internacionales y nacionales. La Vecchia
Signora vuelve a los tabladillos europeos, con la consigna de evitar la décima
primera, pero principalmente, con el sueño de conseguir la tercera. Apostar no
sería bueno, pero creer, a estas alturas, es indispensable.
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