El prologo de lo inevitable, aquello que uno cree lejano o aquello que se considera ajeno. El nacimiento apertura el deceso o será que la extinción inicia una razón.
Libertad de los días o reos de la monotonía, será que en la repetición esta el gusto o en la variación esta el gozo, no lo se, pues entonces a degustar se ordena o a explorar se manda.
El manto de la muerte , aquella de la que nadie escapa vuelve a imponerse. Sigilosa y en penumbras la muy audaz se entromete, sin mediar decencias y negando complacencias. Porque así es ella, porque así somos nosotros.
Francisco Varallo nos ha dejado, como dice3n los entendidos se nos ha adelantado – si a este se le puede llamar adelanto – o mejor dicho paso a mejor vida. ¿Eso es vida? Sepultado o enclaustrado. Consuelos tontos buscamos.
Goleador de Boca y único sobreviviente del combinado argentino subcampeón en 1930. “Pancho” se lleva en su memoria las mas de 180 dianas conseguidas con la azul y oro y el trofeo continental adquirido con la albiceleste en 1937.
Un tempano dentro del área, su potencia lo transporto al “lobo” (Gimnasia y esgrima de la Plata) inaugurándose con 9 goles en un partido de la tercera. A la semana posterior ya era de primera.
Legendarias palabras del occiso referente a lo acontecido en el mundial del 30. “Nos quedamos, esa es la verdad. Yo me resentí después de pegar un tiro en el travesaño que pudo haber definido la cosa. ¡No podía ni caminar! Nos falto guapeza. ¡Como llore ese día! Me acuerdo y todavía me da rabia”.
El centenario goleador nunca oculto su molestia cuando Martin Palermo supero su record de goleo. ¿La verdad duele o la verdad engalana?
Asimismo, con la sensibilidad que obsequian los años decía: “Tengo un bisnieto varón y seguro que va a pasar a Palermo como goleador”.
La efímera fama de la muerte, recuerdos frágiles amalgamados con la inconsciente ingratitud. Así nos colorea la sociedad, así nos presenta la verdad.
Adios Maestro.
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