martes, 15 de febrero de 2011

No solo de ilusión vive el hombre

Hay tiempo para ilusionarse. El sol derrama sus dones con profusión. La esperanza empieza a tejer su maraña y el Perú, como siempre, entre los sueños y las matemáticas.

El torneo continental es el primer escollo. ¿Cómo esquivarlo? Pues la base esta enclavada en el viejo continente. Allí surge la añeja interrogante ¿La solución se importa o se adquiere en casa?




Un Claudio Pizarro intratable en el Werder Bremen pero mansito en la nacional. Jefferson Farfán y la vida loca de Gelsenkirchen ¿Seguirá en el Schalke o terminara en España?

Sin novedades de Acasiete en Almería. El equilibrio aun no lo alcanza al prometedor Zambrano (St Pauli), mientras Alberto Rodríguez se da maña para salir jugando en el Sp.Braga.


Psicólogo en mano, Paolo Guerrero sigue con aroma a botellazos y a fobias. No halla su lugar en el Hamburgo.

En coqueteos con el Zenit San Petersburgo, Juan Manuel Vargas ha confirmado fehacientemente que lo de él pasa de ¾ hacia adelante.


La prensa brasileña menoscabo el trato entre el Corinthians y Luis Ramírez. “Cachito” hizo lo suyo en Libertad de Paraguay, paso desapercibido en Universitario y ahora lleva el peso de la madrugadora eliminación de la copa Libertadores. “Las vueltas que da la vida”.

Hace unos meses Roberto Guisazola aterrizo en la segunda argentina. Como siempre, bombos y platillos ante la novedad. Pasado de moda se sabe muy poco del ex Juan Aurich en Rosario central.


Otrora habitante amazónico, Hernan Rengifo (Omonia Nicosia) soporta la onerosa cruz de una fama insípida en el primer mundo. Internet reflejaba su performance en el Lech Poznan y ahora camina por tierras chipriotas.

Muchos coinciden que Walter Vílchez, reciente fichaje cervecero, posee el testimonio de compra y venta de la banda izquierda blanquiroja. La llegada de Carmona a San Lorenzo siembra incertidumbre respecto a esta premisa. No lo sé, puntos débiles de un combinado en construcción.

Es hora de partir y como hacerlo sin cosechar la esperanza. Decía un preceptor: “Dos más dos siempre será cuatro, la interpretación cambia constantemente”.

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