Ya nadie habla de los tres puntos fijos. Del seleccionado de relleno que por una cuestión obligatoria jugaba las eliminatorias. De ese país que su deporte más desarrollado es el beisbol.
Primero el fenecido Omar Pastoriza. Después, un conocido nuestro, Richard Páez, y hoy, el imperturbable Ernesto Farías. Venezuela ha crecido, no porque los demás cayeron, sino porque ellos trabajaron.
Triunfo sobre Argentina, empate en Barranquilla y contundente victoria sobre Bolivia. La humildad es exclusividad de algunos, y los procesos son degustados por pocos. No se puede ir al Mundial cuando no se ha hecho nada por mejorar los cimientos, y peor todavía, cuando el timonel nacional cambia de dueño cada cierto tiempo.
Juan Arango
Roberto Rosales (Twente) y Gabriel Cichero (Lens) son las alas que tiene que relevar Julio Álvarez (Numancia). El “Maestrito” Cesar Gonzales (River Plate) sobre la derecha y el referencial Juan Arango (Borussia Moenchengladbach) afilando su remate de larga distancia sobre la izquierda. El ex Mallorca le deja el espacio para que Cichero trepe.
Salomón Rondón (Málaga) y su impetuosidad, se complementa muy bien con uno de los “experimentados” Giancarlo Maldonado (Atlante – Mex) en la delantera.
De cenicientas a fantásticos. ¿Por qué ilusionar, cuando otra es la realidad
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