martes, 10 de agosto de 2010

Escocia y sus solista (2)

La llamada silenciosa del amor, aquella que percibo o la voz que ignoro, al unisonó se esconde o a mi lado se devela, cual calvario eterno que lacera o cual caricia sutil que engaña.

Insípida creatividad u obstinada vocación, cruel sentir que anhela y se aleja, derramando sus dones con profusión o negando esos amores de profesión.



Una rosa lo sabe dice la melodía, y esta Lima que gusta por el cálido invernal, pero si de confusiones se trata a vivir se ha dicho y si de monotonía se habla, pues a leerme se ordena.

Enquistados en las tierras de Ferguson intentaremos hallar un final, porque las hay de cal y de arena, no es así Sir Alex, o refutaras que tu periplo por la nacional fue ínfimo o tal vez discreto. Como quieras.

Ipswich Town, impronunciable, caramba, rico castellano que hablo con tartamudez, incomprensible e iletrado Il mío ingles. “Hispanoitaloingles” seguro que Palma se retuerce en su tumba. Perdón Don Ricardo.



John Wark hizo las delicias de este club, rostro de Chaplin, mapa corporal de Willy Gonzales. Impredecible centrocampista que llegaba a tiempo, que anotaba sin sentimiento.

Desniveles en Anfield, Wark tuvo la desfachatez de imponerse al pequeño Archie o al gran Gemmill. Dueño del gol mas hermoso de Argentina 78, Archie y sus amigos del Forest se apropiaron de la gloria europea; pero como siempre el inexorable tiempo que envejece y sepulta fue la causa o fue el motivo.

Ricitos de oro , disculpen, Asa Hartford, el de apariencia estilista –era la época- o no es así arquitecto Belaunde, será que al espiritismo me alojo porque el finado autor del ¡adelante! Mas cerca de la reencarnación que de esta se encuentra.



Celeste color del Manchester City, Hartford era un bolo fijo en las convocatorias, aunque sin comparación al barbado capitán del Celtic , con mas vestigios de naufragio que de signos balompedicos. Danny McGrain surgía por la derecha, con lugar reservado era casi un Colín Hendry en los años 90. Correcto, ese rubio platinado que compartió vestuario del Blackburn junto a un tal Alan Shearer.

Bueno, Lavoe decía que todo tiene su final, aunque no hay primera sin segunda o será que no hay segunda sin tercera. Paciencia lectores que hay mas de este seudoescritor o de este “gran” soñador; pero no se preocupen, no se bailar.

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